El Instituto de Protección al Menor y Personas Vulnerables (IPMEP), liderado por Dafne Zapata, viene desarrollando el proyecto “Percepciones sobre el abuso sexual y la protección en una jurisdicción eclesial en el Perú”, el cual ya se encuentra en la segunda fase. Este inició el 2021 con el propósito de explorar las percepciones y prácticas relacionadas con la prevención del abuso sexual en una jurisdicción eclesiástica específica. La metodología fue cuantitativa, pero obtuvo desafíos pues solo obtuvieron respuestas de una sola jurisdicción. A pesar de esto, los resultados preliminares revelaron la necesidad de formación en prevención del abuso sexual y la planificación y organización en la implementación de protocolos. También, se identificaron actitudes pasivas hacia la responsabilidad del abuso, con la expectativa de que las autoridades eclesiásticas tomaran las medidas pertinentes.
En la segunda fase del proyecto, el enfoque utiliza una metodología cualitativa, y se planea realizar grupos focales para comparar las percepciones de tres grupos diferentes: sacerdotes, religiosas y laicos. Este enfoque permitirá explorar en mayor profundidad las creencias y percepciones en torno a la protección y el abuso sexual dentro de la Iglesia. Se espera obtener información valiosa que ayude a identificar las necesidades específicas de formación y sensibilización en la jurisdicción, y que estos hallazgos puedan guiar acciones futuras en la protección de los más vulnerables.
Es importante para esta investigación cómo las especificidades culturales y los contextos influyen en la problemática del abuso sexual dentro de diferentes jurisdicciones en el Perú. Se enfatiza que, aunque el abuso sexual es un problema generalizado, sus características varían significativamente según la región. Por ejemplo, en Cusco, la trata de personas es un problema prevalente debido a su función como lugar de captación y tránsito, mientras que en la selva de Madre de Dios o en Lima, se consideran lugares de llegada para la trata.
Por su parte, en ciertas regiones existen creencias culturales que pueden afectar la percepción y la incidencia del abuso, como la idea de que las mujeres en la selva se inician sexualmente a una edad más temprana, lo cual puede llevar a una normalización del abuso sexual contra niñas y adolescentes. En otras partes del Perú, se cree que las mujeres deben tener hijos a temprana edad, lo que puede resultar en uniones tempranas y potencialmente abusivas. Estas creencias y normas culturales afectan cómo se percibe y se enfrenta el abuso sexual en diferentes contextos locales.
Dado que el contexto de cada espacio y jurisdicción es crucial, el proyecto subraya la necesidad de adaptar los protocolos de prevención y respuesta al abuso sexual según las particularidades de cada lugar o parroquia. No es lo mismo una parroquia en un área urbana central que una en un barrio o en una región rural. Por ejemplo, una parroquia urbana como la de Nuestra Señora de Nazaret en El Agustino, Lima, tiene varias capillas distribuidas por el distrito para atender a su comunidad, mientras que una parroquia en una zona rural como Nieva debe atender a comunidades nativas alejadas. Estas diferencias afectan no solo cómo puede ocurrir el abuso, sino también las estrategias necesarias para prevenirlo y los procesos de denuncia. Por ello, es crucial considerar la realidad de cada parroquia al elaborar protocolos y normativas para enfrentar el abuso sexual. Además de adaptar los protocolos al contexto local, es importante considerar otros factores, como los requerimientos económicos y la disponibilidad de personal especializado, que también son necesarios para una implementación efectiva de las medidas de protección y prevención.
El proyecto también explora la percepción de las parroquias como lugares seguros y cómo esta percepción a menudo se contradice con los casos reales de abuso y violencia, especialmente contra niños, niñas y personas vulnerables. Existe una creencia común de que las parroquias son refugios seguros, lo que contribuye a que los creyentes no reconozcan o nieguen la posibilidad de abuso dentro de la Iglesia. Esta idealización de la Iglesia como un espacio donde todas las personas son buenas y los sacerdotes son infalibles puede crear vacíos en la vigilancia y la atención a situaciones de riesgo. Al idealizar a la Iglesia y sus líderes, se vuelve más difícil identificar y abordar las situaciones de peligro, lo que facilita que ocurran abusos sin ser detectados. Dafne Zapata subraya que es fundamental reconocer que el abuso puede ocurrir en cualquier institución humana, ya que todas son operadas por seres humanos, quienes son capaces de cometer abusos. Esta comprensión permite estar atentos a las señales de alerta y a las situaciones de peligro para intervenir y prevenir adecuadamente.
Esta percepción idealizada también se relaciona con la tendencia de culpar a las altas esferas de la Iglesia en lugar de considerar el abuso como un problema cotidiano y real. Hay dos aspectos a considerar: primero, el abuso es efectivamente un problema real y cotidiano que requiere atención y prevención, no normalización. Segundo, la respuesta inicial de la Iglesia Católica a las denuncias de abuso sexual ha sido en muchos casos inadecuada, con encubrimientos o protección a los sacerdotes acusados. Esto ha generado desconfianza hacia la autoridad eclesial, llevando a la percepción de que la Iglesia encubre los abusos. Es responsabilidad de la autoridad eclesial no solo responder ante los casos de abuso, sino también establecer protocolos adecuados, formar al personal y estar atentos a las señales de alerta. Por estas razones, las personas tienden a responsabilizar a las autoridades eclesiásticas cuando ocurren casos de abuso.
Otros proyectos
Si bien es cierto que la fase inicial de este proyecto está en proceso de publicación, en el Instituto también están trabajando en varios proyectos de investigación enfocados en la violencia y el acompañamiento psicosocial a través del arte. Uno de ellos se lleva a cabo en Quispicanchi, Cusco, y se centra en madres jóvenes y adolescentes que han sido madres en la adolescencia. Este proyecto busca brindar apoyo psicosocial mediante el arte para reparar las secuelas de la violencia y ayudar a estas mujeres a encontrar recursos para enfrentar situaciones de violencia.
Otro proyecto se está desarrollando en El Agustino, Lima, donde trabajan con promotoras barriales y sociales de la parroquia Virgen de Nazaret. Este proyecto también utiliza el arte como una herramienta de acompañamiento psicosocial para reparar el daño de la violencia y desarrollar herramientas para enfrentar situaciones de violencia, proporcionando además un espacio de autocuidado para las promotoras.